jueves, 22 de abril de 2010




Oro liquido.

Por fin termino la campaña aceitunera 2009-2010, mucho se ha alargado este año la campaña, debido principalmente al largo temporal de lluvia que nos ha azotado este año. Como consecuencia del mencionado temporal, parece que la campaña no ha sido tan provechosa como otros años, lo que se traduce en menos jornales y una menor cantidad recolectada, la “puntilla” que esta deprimida tierra necesitaba para hundirse un poco mas en esta crisis que nos atañe. En Marzo se registro un aumento del paro del 7% (muy por encima de la media de Andalucía que esta en 0.06%), situando ya el numero de parados de la provincia en mas de 47.000 personas, 3.113 de estos, solo en el mes de marzo, según el Instituto Nacional de Estadística.
A esta “ruinosa” situación tenemos que sumar el fin de las subvenciones al olivar en el 2013 por parte de la Unión Europea así como el escaso impacto que los largos años se subvenciones han tenido en el tejido industrial, innovación y modernización del olivar, quizás como consecuencia de la desastrosa organización de reparto de dichas subvenciones, quizás por la falta de iniciativa y “acomodación” del sector agrícola. Analicemos estas dos teorías, en primer lugar la desastrosa organización del reparto de las subvenciones llevaba a cabo por el gobierno de la Junta de Andalucía, cuyo principio rector se basaba en la cantidad de aceituna recolectada, es decir, se daba mas parte de subvención (de dinero metálico) a los que mas producción olivarera tenían, en resumen, dar mas dinero al que mas tiene, de ahí, que haya sucedido durante muchos años la curiosa paradoja de que una de las personas que mas subvenciones en conceptos agrícolas ha recibido sea una de las terratenientes mas ricas de nuestra tierra, y por lo tanto a la que menos falta le hacían esas subvenciones, la Duquesa de Alba, con mas de 34.000 hectáreas de cultivo y un patrimonio aproximado de 600 millones de euros, suerte que el gobierno español no hace publicas las distribuciones de dichas subvenciones, sino podríamos echarnos a llorar con la distribución que se hacen de nuestros impuestos. Quizás ese dinero hubiera sido mejor invertido, si el reparto se hubiera hecho bajo la condición de destinarlo a obras de inversión, o incluso, que la Junta de Andalucía lo hubiese gestionado directamente llevando a cabo obras de modernización del olivar, pero ahora ya es tarde, como siempre nos gusta llegar a los Andaluces, tarde.
Analicemos ahora la segunda cuestión, la falta de iniciativa y desidia del sector agrícola, puede que sea algo injusto generalizar en esta cuestión, pero a lo largo de mis 25 años, he podido comprobar como mi pueblo se llenaba de lujosos coches, caballos y apartamentos en pie de playa después de la época en que se hacia el reparto del “pastel”, dinero, que supuestamente se daba como vista a la realización de inversiones y modernización del campo, era invertido en otros “menesteres” mas banales y presuntuosos, supliendo mas tarde esa falta de modernización de la maquinaria con mano de obra de jornaleros y quejas de lo alto que estaba el precio de los jornales.
Un aspecto importante a tratar que afecta muy directamente a la crisis del sector, es el procedimiento de venta del aceite de oliva, la Junta, no permite mecanismos de control del precio de venta del aceite con el argumento del “libre mercado”, una gran mentira eso del libre mercado, que yo sepa, libre mercado es cuando un vendedor y un comprador llegan a un acuerdo en el precio del producto, no cuando un comprador impone al vendedor el precio de ese producto, asociándose todos los compradores para hacer presión en bloque. Nuestro gobierno tendría que articular mecanismos de regulación (si si, he dicho mecanismos de regulación, que nadie se asuste), para defender a nuestros olivareros del abuso de los compradores. Aunque también, nuestros olivareros podrían defenderse por si mismos (viendo la inactividad de la Junta), asociándose diferentes cooperativas para realizar todo el proceso desde la recogida hasta que el aceite llega a nuestras mesas, es decir, envasado, distribución y venta, eliminando intermediarios y especuladores, pero claro, eso supone un esfuerzo mayor que el de quedarse a esperar el precio que nos quieran pagar, esperar la subvención de la UE y quejarnos sentados en nuestro sofá. A veces pienso que tenemos lo que nos merecemos ¿no creéis?

Juan Fº Cazalilla Quirós

PCE

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ANDUJAR